13/10/16

OMA, CUANDO EL BOSQUE TIENE OJOS.



A veces la realidad es mucho más misteriosa, intrigante y exótica que lo que puede ser la fantasía. Eso exactamente ocurre en el bosque de Oma: El paseo entre sus pinos pintados evoca un mundo ancestral y  mágico del que parece que no podemos escapar. Incluso, nos hemos sentido observados... este es Oma, el bosque de los ojos.



El bosque pintado de Oma es una obra del reconocido pintor y escultor Agustín Ibarrola. Está situada en el apacible valle de Oma, perteneciente a Kortezubi (Bizkaia), enclavado en la reserva Natural de la Biosfera de Urdaibai.




 

¿Qué es exactamente El Bosque de Oma?
 

Se trata de la obra de medio millar de pinos decorados y pintados,de ahí su nombre. Aunque, en nuestra opinión, no es solo un bosque pintado, sino un verdadero museo al aire libre, donde se puede gozar del contacto con la naturaleza, el arte y el misticismo que nos transmite la obra al interactuar con el bosque. Sí, interactuar, porque para conseguir visionar cada pieza de la obra hay que moverse, colocarse, fijarse… y dependiendo de nuestra jugada el bosque nos ofrecerá una u otra vista. 

Indicadores para la toma de perspectiva y orientación.
Conviene visionar las obras en conjunto, no por separado. Además, es muy iteresante observarlas fragmentadas, buscar los puntos que nos da la perspectiva adecuada, estos los  encontraremos numerados en el suelo y a modo de triángulo;despues, observar las figuras ensambladas, fotografiarlas...

Curvatura óptica del árbol central.

En general ya hemos dicho que hay que fijarse en los conjuntos de piezas y desde lejos, solo así conseguiremos dar sentido a lo que tenemos delante. Aunque claro, cada uno tiene su "manera de mirar"

¿Qué inspiró al artista?

Arco iris de Naiel.

Quizá esta es la pregunta que más nos ha "picado" y que nos hicimos al internarnos en el colorido entramado de pinos... Sabemos que Ibarrola pasó mucho tiempo vagando y meditando por este bosque, antes y durante la realizacion de su obra, pues hay que tener en cuenta que "pintó el bosque" entre 1982 y 1998. Subía todos los días y permanecía en él varias horas, poniendo el cuerpo y la mente en contacto con la naturaleza. Con frío o con calor; lloviera, granizara o hiciera sol. Así que la propia naturaleza del bosque, ese contacto tan primitivo, sería su primera fuente de inspiración. Muestra de ello son algunas de sus piezas, como el arco iris y el rayo, dos elementos un tanto enigmáticos de la naturaleza.

Frente al arco iris.


El rayo atrapado - el rayo roto.

Las próximas cuevas de Santimamiñe que albergan las pinturas paleolíticas más importantes de Bizkaia fueron otra gran fuente de inspiración para el artista. Los símbolos, palotes...esos modos de expresar los miedos, deseos e incluso fantasías de la mente primitiva también se han visto reflejados en el bosque de Oma.

 


¿Y los ojos? 
 

Pues en nuestra opinión los ojos  pertenecen al bosque; la idea tiene un origen mitológico donde cada uno de los árboles nos mira,nos vigila, nos protege... Y es que en la mitología y creencias ancestrales de los vascos los árboles eran seres sagrados, adorados, a los que se les otorgaban una serie de cualidades protectoras.
 
Ojos del pasado y del presente.
 

Para realizar el paseo se puede dejar aparcada la furgo o autocaravana en el área de recreo que queda justo al lado del acceso a las cuevas de  Santimamiñe, o en el aparcamiento del restaurante Lezika. El paseo de unos 6km (sin contar lo que se camine por el interior del bosque) asciende suavemente entre amplios pinares hasta llegar a Oma. No es un paseo adaptado, ni adecuado para carritos de bebes. Además si ha llovido puede estar embarrado y es importante llevar calzado adecuado para el camino. 

 

El regreso discurre por una pista y carretera que nos conduce admirando la majestuosidad de los caseríos de esta zona de Bizkaia, con hermosas bigas de madera, piedra en la fachada y amplias puertas de entrada en forma semicircular.
 



Caseríos de valle de Oma.


Y así regresamos, con la sensación de haber conocido un lugar mágico, donde aún en compañía de nuestros últimos pasos antes de entrar en la furgo notábamos la mirada del bosque, el bosque protector, el que tiene ojos.
 
INFORMACIÓN DE VIAJE:


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